viernes, 24 de febrero de 2012

Ni siquiera los perros


De todos los novelistas que he traducido hasta la fecha, Jon McGregor es sin duda el que más hondo me ha llegado. Ni siquiera los perros, igual que Tantas maneras de empezar, su anterior novela, es un alarde de capacidad de observación y pericia narrativa.
Laura Fernández hace una semblanza muy ajustada de este libro en un artículo publicado en "El Cultural".
Ni siquiera los perros
Jon McGregor
Traducción de Eduardo Iriarte
Salamandra, 2012
Jon McGregor (Islas Bermudas, 1976) no sólo es el británico más joven que ha estado a punto de ganar el premio Booker (en dos ocasiones) sino un experto en narrativa desmontable (sus historias parecen haber sido construidas con combinaciones de raídos cubos de madera que son en realidad pedazos de vida de sus protagonistas) y en personajes encrucijada, esto es, personajes que pudieron ser alguien distinto, alguien mejor, pero que tomaron el desvío equivocado y viven arrastrando tras de sí allá donde van el monstruoso cadáver de ese otro yo fantasma. Ni siquiera los perros, su última novela, es a la vez una autopsia en directo (McGregor narra el desmembramiento del personaje muerto protagonista con la frialdad de un curtido y eficiente forense) y un remolino de disparos al aire, de historias de personajes encrucijada que se perdieron una vez tratando de volver a casa y decidieron hacer noche junto al futuro cadáver de Robert Radcliffe, epicentro y única voz en silencio del relato.
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Historia de una desaparición


Historia de una desparición, todo un prodigio de sutileza y contención por parte de Hisham Matar, como muy bien ha sabido ver Rafael Narbona en este interesante artículo aparecido en "El Cultural" de El Mundo.

Historia de una desaparición
Hisham Matar
Traducción de Eduardo Iriarte
Salamandra, 2012

La "primavera árabe" no ha desembocado en un paisaje de transparencia y democracia, pero al menos ha liberado a Oriente Medio de una galería de déspotas que habían escandalizado al mundo con sus crímenes. Nadie que crea en la dignidad del ser humano puede justificar el linchamiento de Muamar el Gadafi, pero sólo un insensato puede alabar su legado, que incluye la masacre de la prisión de Abu Salim, donde tal vez perdió la vida Jaballa Matar, un destacado disidente que se había exiliado en El Cairo. Secuestrado por la policía secreta del régimen de Hosni Mubarak, fue entregado a Libia, donde presumiblemente sufrió torturas y unas terribles condiciones de confinamiento. Aunque en 1996 la familia recibió dos cartas del puño y letra del desaparecido, no es improbable que muriera ese mismo año con otros 1.270 presos políticos, fusilados y enterrados clandestinamente en fosas comunes, según Human Rights Watch.

Hisham Matar nació en Nueva York en 1970 y se licenció en arquitectura en Londres. A los 20 años, Gadafi le privó de su padre y le condenó a vivir en la incertidumbre. Ese dolor le inspiró su primera novela Sólo en el mundo (2005), donde relata el despertar de la conciencia moral y política en un niño que crece bajo una dictadura extravagante, donde el poder político combina el populismo, el fasto revolucionario y el terrorismo internacional. Sólo en el mundo es la historia de dos pérdidas. Solimán, su protagonista, se despedirá al mismo tiempo de su infancia y de su tierra natal, abrumado por la crueldad de un país sometido a las arbitrariedades de un megalómano. Sólo en el mundo fue elogiada por Coetzee y recibió infinidad de premios y reconocimientos. Es el único caso de primera novela que accede a la condición de finalista del Premio Man Booker.

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