jueves, 8 de diciembre de 2011

Más Tierra desacostumbrada




Casi dos años después de su publicación en castellano, Tierra desacostumbrada sigue cosechando reseñas excelentes.

Tierra desacostumbrada

Jhumpa Lahiri
Traducción de Eduardo Iriarte
Salamandra

Decía hace poco José A. González Sáinz, uno de los escritores de más enjundia que uno pueda hoy día echarse a los ojos, que cada vez que volvía de Venecia o Padua a Trieste, su hogar actual, ese aura de no reconocerse en el hogar que le esperaba, ese acercamiento a la frontera, a la tierra de ninguna parte, hacía del viaje de regreso a casa un tránsito a la serenidad: las luces templadas de Trieste le recordaban que era de aquel lugar lo mismo que podía ser de cualquier otro donde se encontrara consigo mismo. O eso, o como decía Max Aub, “uno es de donde hace el bachillerato”. Trieste es esa ciudad que no es ni italiana ni eslovena sino triestina, de Claudio Magris, de los que habitan el Café de San Marco, de quien se siente parte de ninguna parte.
Desde ahí podemos entender la cita que encabeza el extraordinario libro de Jhumpa Lahiri “Tierra Desacostumbrada” que recomendamos en esta ocasión (en espléndida traducción, nos consta, de Eduardo Iriarte). Es del Nathaniel Hawthorne, extraordinario cuentista norteamericano, vecino de Emerson y de Thoreau, cuyo nombre figura en la dedicatoria de la alegórica “Moby Dick” de Herman Melville. Hawthorne, niño desarraigado cuyo padre le prohibía salir de la habitación siquiera para comer a fin de evitar el pecado, difícilmente pudo sujetarse a tierra o ideal alguno. La cita dice así, y es toda una declaración de principios: "La naturaleza humana no dará fruto, si se planta una y otra vez, durante demasiadas generaciones, en la misma tierra agotada. Mis hijos han tenido otros lugares de nacimiento y, hasta donde alcance mi control sobre su fortuna, echarán raíces en tierra desacostumbrada".

Próxima ausencia



A punto de llegar
Ausencia del héroe
Relatos y ensayos inéditos (1946-1992)
Traducción de Eduardo Iriarte
Anagrama

Charles Bukowski, una de las figuras más irreverentes de la literatura del siglo XX, fue un autor sumamente prolífico; tras publicar más de cincuenta libros en vida, muchos relatos y artículos importantes continúan dispersos o inéditos. Ausencia del héroe constituye una antología de esta obra desperdigada, buena parte de la cual permanecía oculta desde hacía décadas. Empezando por los primeros cuentos que publicó en revistas a finales de la década de 1940, Ausencia del héroe brinda al lector un viaje contracultural por las batallas literarias de los cincuenta, la agitación psicodélica de los sesenta, los placeres narcisistas de los setenta y la distopía reaganista de los ochenta.
Por el camino, Bukowski ofrece crónicas de sus infames recitales públicos, reseñas de su propia obra, desternillantes entregas de su columna en la prensa, «Relatos de un viejo indecente», y una serie de joyas recién descubiertas que no llegaron a publicarse. Sin embargo, este libro también tiene cabida para el otro Bukowski: un crítico literario astuto, si bien bastante excéntrico. Desde su propio «Manifiesto» hasta sus idiosincrásicas valoraciones de Allen Ginsberg, Robert Creeley, LeRoi Jones y Louis Zukofsky, Ausencia del héroe revela al intelectual oculto tras la áspera apariencia y es una importante contribución al canon de Bukowski.