jueves, 6 de octubre de 2011

Furtivo alejamiento



Enfrentarse a una figura como Henry James, abordarla con respeto y sin miedo, es una tarea al alcance de muy pocos. En The Master, el escritor irlandés Colm Tóibín lo ha conseguido gracias a algo que cada vez es menos frecuente en la literatura actual: la delicadeza, el pudor en el mejor sentido de la palabra, el tacto, en definitiva.

Tras un año largo de leer libros desmesurados en los que parece más importante abrumar al lector con una inmensa carga de información que cribarla, reducirla a la mínima expresión y ofrecer únicamente aquello que resulta oportuno, me encuentro con esta novela que me sacude precisamente por su mesura, su capacidad para sugerir en vez de reiterar, su discernimiento de lo que debe narrarse y lo que debe quedar en los márgenes para que sea el lector quien hilvane todo aquello que se le insinúa.

De una manera mucho más sugerente que cualquier biografía, Tóibín nos brinda las claves tras las obras de madurez de Henry James, nos descubre los escenarios en los que las alumbró y nos presenta a los personajes que, de manera más o menos directa, influyeron en algunas de las mejores novelas de la literatura universal. No hay datos menores ni hechos superfluos en estas páginas, y allí donde el biógrafo habría tenido que detenerse por falta de certezas, Tóibín entra en honduras que difícilmente podrían alcanzarse de otra manera que a través de la ficción pura.

Como ya hiciera en El faro de Blackwater, o en «Donal Webster» un relato breve que refleja la inmensa melancolía que este autor ha convertido en una de sus principales virtudes, aquí la narración se centra en los interiores, los entresijos, ofreciéndonos un retrato del artista profundo, complejo y completo, pero al mismo tiempo libre de las ataduras del género biográfico.
Frente a la estridencia de libros desmedidos tanto en la ambición como en la forma, The Master es una novela serena y sigilosa que va calando como una llovizna hasta dejar al lector totalmente impregnado de la figura de Henry James, del genio y de sus inseguridades, de la «extraña traición, su furtivo alejamiento del mundo» a fin de lograr aquello que lo eludía en la vida y en la ficción.
Tóibín se ha convertido así en un artesano de la moderación, un maestro del tacto.