lunes, 6 de diciembre de 2010

El niño perro


El niño perro
Eva Hornung
Traducción de Eduardo Iriarte
Salamandra, 2010

Más de un millón de niños vagabundos malviven en Rusia. Son críos abandonados o que huyen de sus casas y se refugian en sótanos, edificios deshabitados y estaciones de ferrocarril. Sobrevivir al hambre, a la violencia y, sobre todo, al extremo frío invernal es imposible si permanecen solos. En casos extremos, buscan la protección de animales callejeros, como los perros. Ese es el caso de Romochka, de cuatro años, el protagonista de El niño perro. Basada en un hecho real, la novela relata cómo el pequeño, abandonado por su madre en Moscú, es acogido por una manada de perros. Romochka cruza así una frontera impensable: la que separa al hombre del animal, lo civilizado de lo salvaje. Mucho se ha escrito y filmado sobre niños que han sido criados por animales, desde la leyenda de Rómulo y Remo hasta películas como El pequeño salvaje, de François Truffaut. Pero la escritora australiana Eva Hornung relata por primera vez la experiencia desde el punto de vista del niño y no de los científicos que lo estudian. En los dos años que transcurren entre el abandono y la captura del pequeño Romochka se desarrolla la ficción. Hornung dota de lenguaje un tiempo sin palabras, el espacio oscuro de lo no-sabido. Si la Alicia de Carroll franqueó un espejo para pasar de un mundo a otro, a Romochka le bastan los ojos amarillos de un chucho callejero para adentrarse en lo desconocido. Hornung crea un mundo intermedio de hombres y animales en el que nada es ni lo uno ni lo otro. En ese espacio, previo a la captura de Romochka, radica la fuerza de la novela, que decae cuando da paso a la institución que acoge a niños de la calle y remonta con un final, violento y conmovedor, el umbral que deberá atravesar Romochka para volver a la "civilización".
Nuria Barrios
El País

jueves, 2 de diciembre de 2010

Tiempo narrado (Antología dispar)


Paralelo Sur publica la antología de relatos Tiempo narrado. Es un honor estar en compañía de escritores como Fernando Clemot, Claudia Apablaza, Alex Prats, Roc Jané, Mariano Fernández, Pablo Matilla, Eloi...

Prólogo

Sobre la "Tertulia de los jueves" y Tiempo narrado

"A la tertulia de los Jueves llegué de la mano de Eloi. Él me comentó que se quería formar un grupo para conversar en profundidad sobre lo que escribíamos y que el resto de integrantes se conocían de unas clases de literatura de una afamada escuela de Barcelona. Así nació la tertulia de los Jueves, como un lugar donde conversar, donde afirmarse y ahuyentar los fantasmas. Así llegué a la primera tertulia que se formó con Mariano, Álex y Eduardo –los tres que provenían de aquellas clases-, Eloi y yo. Esta fue la composición de aquella tertulia primigenia. Era un jueves de octubre de 2007 y fue en el despacho de Irene, la mujer de Eloi. Yo venía con él y no conocía a ninguno de los otros integrantes pero he de decir que desde el principio hubo una sintonía que nos ha hecho ir renovando la tertulia temporada tras temporada, buscando para encontrarnos espacios que a veces no existían. Recuerdo que aquel primer día hablamos sobre tres cuentos que les pasé a los otros cuatro integrantes por correo electrónico. Con aquella primera velada de la tertulia de los Jueves hay que decir que se inauguró también una forma de trabajar que ha variado muy poco en estos casi tres años. La primera parte de la sesión se dedica a comentar el texto seleccionado en el encuentro anterior y el último rato a preparar la sesión próxima. En esta primera hora se ha despachado de todo; se han analizado cuentos, libros de cuentos, borradores de novela, novelas a medias o novelas enteras y a punto de publicar. Hasta tal punto ha alcanzado la confianza que, en lo personal, he llegado a dejar leer novelas a medio escribir y sin corregir, circunstancia que me hubiera parecido un anatema meses antes. La tertulia no se acabó ahí ni se cerró con nosotros cinco. Con el tiempo se fue completando con nuevos tertulianos como Pablo, Roc y Claudia y también fue pasando por otras ubicaciones: la antigua sede de Paralelo Sur Ediciones en la Gran Vía, la casa de Eduardo, de Eloi, mi casa…y todavía sigue en esta fase itinerante ya que lo importante nunca fue el lugar si no quiénes éramos y qué hacíamos.La tertulia de los Jueves alcanza con la publicación de Tiempo narrado un objetivo hermoso e inesperado: la creación de una antología propia. La idea fue de Eduardo y también hay qué decir que tanto hablar de unos y otros y de literatura no sé cómo no se nos ocurrió antes… Todo suceso, como narración, tiene un tiempo, y el tiempo mismo no puede ser objeto de narración, puede ser narrado, descrito.
Con esta publicación tendremos un elemento físico que represente estos tres años de trabajo y amistad. El libro será nuestro trofeo: lo podremos mirar pasado el tiempo y sabremos que estuvimos allí y que aquello significó algo. Pase lo que pase con nosotros y con la tertulia el resto del mundo sabrá que existieron esos jueves por la tarde, siempre a las siete, que durante ese tiempo fuimos uno, que fuimos de la mano de alguien en nuestros sueños y delirios. Fuimos, sí. Compartimos. Tuvimos vocación de perdurar y perduramos. Hoy nos tenéis otra vez de la mano."

Fernando Clemot

[Leer más... http://espadasylabios.blogspot.com/2010/07/prologo-del-recopilatorio-tiempo.html]

lunes, 15 de noviembre de 2010

Sin noticias de mamá


Un interesante artículo de Peioh Riaño en Público sobre la figura de la madre en la literarura, centrado en la novela El niño perro, de Eva Hornung.
Sin noticias de mamá
La novela retrata las reglas de un mundo implacable y solitario, en el que la figura de la madre está en peligro de extinción
PEIOH. RIAÑO
Las mujeres han acabado con el paraíso machista y ahora todos se encuentran en el mismo error.
Despierta cuando el frío y la oscuridad son los dueños de la noche. Alarga la mano y siente que su hijo todavía duerme a su lado. No hay nadie más. Ni se le espera. Son ellos dos, padre e hijo en medio de un paisaje arrasado por lo que parece haber sido un holocausto nuclear. En el arranque de La carretera (Mondadori) Cormac McCarthy señala lo que ya había subrayado años atrás en la trilogía Todos los hermosos caballos, En la frontera y Ciudades de la llanura: un mundo eminentemente solitario y masculino.
McCarthy hace de la épica drama obligando a sus personajes a aprender a ser héroes movidos por la supervivencia, en medio de un accidente necesario y fatal. La ausencia de la presencia femenina no hace de esos mundos algo mejor, como pasa en El niño perro, de la escritora australiana Eva Hornung, que acaba de publicar Salamandra.
Así como McCarthy dejó planteado en esos cuatro libros una defensa desesperada del individuo ante un entorno agresivo, Eva Hornung descubre a un Mowgli moscovita, que ha vivido entre perros callejeros desde los 4 años, abandonado por su madre, tratando de defenderse de una ciudad que no le aceptará jamás. También esta novela es implacable: no hay más salida que la extinción.
Una ausencia, una novela
Bajo la amenaza de ser castigado y encerrado en el armario, Horning lanza a su personaje a las calles después de que hayan pasado varios días y su madre haya desaparecido de la casa en la que viven. "Romochka se hallaba completamente solo", sitúa al protagonista, hasta que en el extrarradio, entre edificios abandonados y solares desangelados, la matriarca de una jauría de perros le encuentra. "No creo que las relaciones entre madres e hijos necesiten romperse en la literatura, pero es cierto que hasta la figura de la madre más dura y terrible de todas hace grande a una novela. De hecho, la ausencia de una madre es un relato en sí mismo", explica la autora a este periódico.
Bértolo: "Hoy se pide el matricidio para acabar con los lazos y los afectos"
Las intenciones de Hornung son evidentes: demostrar el salvajismo humano y el cariño animal, pero donde no es tan obvia es en la valentía con la que entra a describir la relación del niño con los perros y la ciudad. Sí, el niño es amamantado por la perra, muerde a sus hermanos, lame sus heridas y lucha con otra jauría para defender su territorio. La ferocidad humana huele peor que el hambre animal, a pesar de que contemos con el habla para dulcificar el bocado: "Los perros hacen lo que tienen que hacer para sobrevivir. Los humanos también. Los perros se vuelven salvajes contra los forasteros y los humanos cuando la vida crece en desesperación. El salvajismo puede tomar muchas formas, como el lenguaje. La lengua puede ser tan salvaje como los dientes en sus efectos", cuenta Hornung.
Solo en un par de ocasiones la autora hace que su personaje recuerde a su madre, dando a entender que es prostituta, toxicómana y crea para él dos nuevas madres suplentes: una le da de comer las sobras del restaurante para el que trabaja, la otra es una psicóloga que quiere estudiar su caso. La primera le traiciona con la policía, la segunda no es más que una farsante.
[Leer más...http://www.publico.es/culturas/345822/sin-noticias-de-mama]

lunes, 8 de noviembre de 2010

Mapa de los lugares sin nombre


Mapa de los lugares sin nombre
Tania James
Trad. Eduardo Iriarte
Salamandra, 2010
Al principio estuvo la luz, como si se tratara del amanecer de los tiempos. Pero allí había risas de niñas y adultos. El estallido era puro entretenimiento fruto de los fuegos de artificio. Sin embargo, hubo centellas en lugar equivocado, la mano estalló pues se consumó el accidente y hubo mutilación. Y la risa de una de las niñas se cortó de la misma manera que se cercenó su mano diminuta, a partir de ahora llamada muñón. El grupo de la risa y de la desgracia lo componen un padre, sus dos hijas y la abuela. Viven en Kerala, India y es 1995. Y sí, la belleza de la narración de esos primeros momentos se instala visualmente en quien lee y se convierte en una imagen que perdura. Todo surge de las páginas de Mapa de los lugares sin nombre, la primera novela de Tania James (escritora que creció en Louisville, Kentucky), un texto atractivo que atrae sin fisuras durante gran parte de la narración. Las protagonistas de la novela son Linno Vallara, la niña accidentada que desarrolla con una única mano un talento singular para el dibujo; y Anju, su hermana pequeña, estudiosa e inteligente y con deseos de viajar a Estados Unidos. También son elementos indiscutibles una infantil y cruel traición, fuente de infelicidad y conflicto. Así como un nutrido grupo de personajes, secretos y situaciones que acompañarán a las protagonistas por mundos bien distintos: el pequeño de Kerala con su escala de castas, y el universo parcelado en clases de Nueva York. Son dos culturas, pero también dos épocas, pues la educación, los avances, el vértigo en el consumo de emociones, suponen años de distancia. Hay un sin embargo, pues los potentes estallidos de luz que proporciona la novela, en esa colisión entre dos mundos, pierden intensidad en algunas de las situaciones que señalan el vacío y los rasgos de la iconografía neoyorquina. En esos momentos, la seducción se modera aunque páginas después retome el vuelo y cancele el distanciamiento. Así pues, Mapa de los lugares sin nombre encierra alguna que otra debilidad, pero es una hermosa primera novela que va a gustar.
María José Obiol
El País (Babelia)

miércoles, 9 de junio de 2010

Amargo poso


El rastro de la culpa
una reseña de Naila Vázquez Tantinyá aparecida en el suplemento cultural de La Vanguardia

La culpa, completa e inexpiable,
enajena mentes y nubla corazones.
La culpa, escondida en el latir de
cada página, es la fuerza motriz de
los personajes creados por Eduardo
Iriarte (Pamplona, 1968). Las
huellas erradas, sin ser una novela
histórica, tiene como telón de fondo
el fin de la Tercera Guerra Carlista
(1872-1876), un excelente marco
para trasuntar sobre los instintos
más bajos del ser humano. Según
el autor fue un momento de
“sentimientos a flor de piel, de acciones
viscerales sin el ruido de
fondo de la contemporaneidad, un
microcosmos que deja a los personajes
en el vacío”. Así, la historia se
construye sobre un soldado carlista
desertor que, pasado un año, viaja a Escarza,
el pueblo de su compañero
en el frente, para descubrir
que este asesinó a su novia y se quitó
la vida. A medida que va resquebrajando
el muro de silencio que
envuelve los hechos, desentraña
misterios más oscuros y aterradores,
fruto del despropósito, el infortunio
y la culpa sempiterna.
“Fragmentaria, elíptica, llena de
misterio y de introspección psicológica”,
para Iriarte su cuarta novela
se elabora con herramientas del
siglo XXI a pesar de la ambientación
pretérita. El autor navarro
destaca que su obra “transcurre en
la cabeza de los personajes” y, aun
pareciendo una frase tópica, en este
caso es de lo más certera, aunque
el lector deberá llegar al final
del misterio para entenderla realmente
y “completar el puzzle”. Con
un estilo cuidado y cercano a la
poesía, Iriarte no se pierde en vacilaciones
históricas. Si algo ha
aprendido como traductor, comenta,
es a no repetir los errores de los
muchos libros que ha traducido,
que invierten páginas en describir
un uniforme militar cuando hoy,
gracias al cine, no es necesario, cayendo
en reiteraciones que “lastran
la trama”. Para este filólogo inglés,
traductor y editor freelance,
en cuya lista de ilustres traducidos
figuran Auden, Kerouac, Wolfe o
Cornwell, su novela consigue, como
la poesía, tratar temas morbosos y
cruentos de una forma sensorial,
elegante; poética.
Las huellas erradas es un sórdido y bello
relato que consigue, además,
dejar al lector con la misma
sensación de impotencia, vacío e
injusticia que la guerra y la desidia
provocan en sus personajes.
Un amargo poso que vale la pena.

martes, 1 de junio de 2010

Traductor de oficio, escritor de espíritu



Un simpático perfil publicado en l'informatiu.com.

Es uno de los traductores literarios más reconocidos de nuestro país, pero su deseo es tener el mismo reconocimiento de su labor como escritor. Persiguiendo ese objetivo Eduardo Iriarte presenta ahora Las huellas erradas, su cuarta novela y la tercera consecutiva premiada.
JUAN E. TUR.

En la Navarra de 1876 dos soldados del bando liberal deciden desertar cuando la guerra ya está prácticamente ganada y los carlistas comienzan a huir a los Pirineos. Lo extraño de la situación acontece cuando, la misma noche del regreso de uno de ellos a su pueblo natal, aparecen los cadáveres de la que fuera su novia, al parecer asesinada, y de él mismo, que podría haber puesto fin a su propia vida. Un año después, el otro soldado que huyó con él, incapaz de creer esa versión, va a es pueblo a indagar qué sucedió aquella noche a su compañero. Ése es el punto de partida de Las huellas erradas, la nueva novela de Eduardo Iriarte, y su último intento hasta la fecha de consolidar su carrera como escritor una vez que su labor como traductor -ha traducido autores tan dispares como Patricia Cornwell y Charles Bukowski- le haya granjeado una excelente reputación en el gremio editorial.
La novela, contextualizada en un hecho histórico y remoto, y su portada, con un lienzo barroco y que también hace referencia a ese contexto, sugeriría que nos encontramos ante una novela histórica, pero, según su autor, no lo es. Al menos desde un punto de vista convencional: "Está alejada del costumbrismo, y del estilo descriptivo y moroso que se tiene asociado con las novelas históricas. En cambio hay misterio e introspección psicológica. A mí lo que me interesa son los personajes, ver cómo empiezan a ser conscientes de sus actos y a intuir las consecuencias que van a tener. La novela pasa dentro de los personajes y a través de sus miradas volvemos a la noche de los crímenes desde distintos puntos de vista".
"No creo que me influya el estilo de los autores que traduzco, pero sí suponen un aprendizaje muy importante" reconocer Iriarte
No obstante, pese a no ser histórica, Iriarte se ha preocupado por cuidar los detalles y apunta haber contado con la ayuda de historiadores para asesorarse sobre lo que podían o no decir los personajes y cómo estos se conducirían dependiendo de las circunstancias. Además el hecho de enmarcar la acción en esa época no es casual: "La novela habla de temas que yo considero muy actuales, como son el miedo y la culpa, y que creo que definen el siglo XXI. Yo quería analizarlos, pero como en la actualidad hay mucho ruido y confusión, lo traslade a un contexto donde pudiera aislarlos, como si de un laboratorio se tratara. Y por eso los llevo al pasado y a un pueblo perdido en los Pirineos".
Un escritor con discurso propioLas huellas erradas es la cuarta novela de Iriarte, que aunque también ambientó la anterior en el pasado (Más allá de la palabra transcurre en 1908), no circunscribe sus relatos en épocas remotas, como demuestran sus dos primeras obras, y lo hará en la que trabaja actualmente ("con un trasfondo urbano y contemporáneo"). Del mismo modo, el autor insiste en desmarcar su estilo del de los autores más reputados que ha traducido y que se suelen citar en su perfil, aunque reconoce que esa labor de traducción es enriquecedora: "No creo que me influya el estilo de los autores que traduzco, pero sí suponen un aprendizaje muy importante. De alguna manera, al ir conociendo el estilo de otros autores, al escribir me puede resultar más sencillo utilizar algunos de sus recursos para armar mis propias novelas".
Iriarte confiesa entre risas que en la relación de escritores a los que traduce hay algunos que prefiere omitir y que, como en los últimos tiempos se está dedicando a la traducción de poesía ("algo que requiere un esfuerzo especial y que haces casi por amor al arte"), lo compensa con la traducción de bestsellers ("mucho más sencillos de abordar y mucho más rentables"). "Pero de ahí también se aprende", matiza, "pues traduciendo alguna novela mediocre uno puede ver lo que falla, lo que no te interesa, aquello que en definitiva quieres evitar".
Esta es la tercera, de cuatro novelas, que Iriarte publica como resultado de ganar un concurso literario, algo que el autor no considera casual. "A mí me resulta más fácil convencer a los jurados de los premios que los editores (sonríe)."

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Entre las brumas

Llega ahora a mis manos una muy elaborada y generosa reseña de Las huellas erradas publicada en la revista de humanidades biTARTE.

Entre las brumas
Eduardo Iriarte ganó con Las huellas erradas el III Premio Logroño de Novela. Más que merecidamente, con toda seguridad. Se trata de un texto maduro, exacto en la elección de las secuencias así en la de un léxico muy ajustado al ambiente rural en que transcurre la acción. Pero lo más destacable es la atmósfera que baña a los personajes tanto interior como exteriormente. Se trata un aire en el que parecen haber desaparecido el tiempo y el espacio. Y casi la individualidad. Hay dos novelas, por lo menos, en las que se utiliza de manera muy inteligente la borrosidad física, ambiental. Una es El fuego (1916), de Barbusse, y la otra, Blancos y Negros (1899), de Arturo Campión.
En la primera el autor francés organiza un episodio en torno al barro. Sucede durante uno de los infinitos días de trincheras de la Primera Guerra Mundial. Lleva un montón de tiempo lloviendo y todo se vuelve gris, las trincheras, la tierra de nadie y, sobre todo, los uniformes. De pronto nadie sabe a qué bando pertenece, el barro unifica a los contendientes impidiendo que disparen, no vayan a hacerlo entre sí.
En la novela de Campión, la lluvia y la niebla se enseñorean del pueblón de Urgain: «Llueve, llueve, llueve. Quince días de lluvia incesante, inagotable, irrestañable […] El paisaje, materialmente diluido en la acuosa atmósfera lograba, a duras penas, salvar de aquel emborronamiento algunos rasgos». El párrafo citado se encuentra en el comienzo de la novela. Campión quiere que al borrarse todo, el paisaje, las calles, se borren también las diferencias entre blancos y negros, es decir, entre los contendientes que acaban de enfrentarse en la segunda guerra carlista. Y todo para que parezca que hay paz y puedan aflorar unos sentimientos distintos, más fraternales. Sólo que al igual que lo que ocurrirá en las trincheras del norte, el barro, la lluvia y la niebla serán efímeros, y el conflicto que parecía suspendido rebrotará con su cortejo de muerte.

Pues bien, en Las huellas erradas de Eduardo Iriarte ocurre algo parecido. La borrosidad se asienta en la novela desde el comienzo. Simón, el protagonista, tiene dificultades no sólo para encontrar la tumba de su amigo Andrés en el cementerio del pueblo de Escarza sino que también le cuesta lo suyo encontrar el propio pueblo y el cementerio. El segundo párrafo de la novela no puede resultar más elocuente: «Le había llevado el día entero hacerse una composición de lugar y orientarse entre los caseríos desperdigados y el denso cogollo de casas que formaba el pueblo en sí.
El cementerio estaba alejado, al abrigo de una colina que ningún camino Le había llevado el día entero hacerse una composición de lugar y orientarse entre los caseríos desperdigados y el denso cogollo de casas que formaba el pueblo en sí. El cementerio estaba alejado, al abrigo de una colina que ningún camino sorteaba, como si hubiera una intención palmaria de dificultar la llegada hasta allí, quizá por miedo a que el trayecto resultara demasiado accesible. Los chopos rodeaban el recinto como un refuerzo del muro que lo delimitaba. Las siluetas espigadas proyectaban las últimas sombras del día contra el enlucido áspero y agrietado. Algo más allá, las aguas del río formaban un remanso que guardaba respetuoso silencio allí donde descansaban los antepasados y añoraban sus huesos el frescor de la corriente.»
Muy pronto descubriremos que hay dos clases de brumas. Por un lado, están las del pueblo de Escarza, una niebla geográfica que oculta la borrosidad moral de sus habitantes. Por otro lado está el mundo borroso en el que vive Simón, el protagonista. Simón ha emprendido el viaje hacia el pueblo de Escarza para encontrarse con su amigo Andrés, con quien ha vivido la misma guerra que noveló Arturo Campión, pero en su caminar va mezclando el hoy con el ayer, los recuerdos con la realidad. Simón habita en una especie de sopa o niebla temporal que va a chocar con el velo no menos espero con que le acogerá el lugar de Escarza. En primera instancia, todo parece indicar que las sombras que gravitan sobre escarza lo hacen para ocultar con su manto un comprensible rechazo a la guerra recién acabada, como hicieron los habitantes de Urgain en la novela de Campión.
Ocurre como si nadie quisiera recordar que hubo dos bandos enfrentados a muerte. Y eso no puede extrañarle mucho a un Simón que busca lo mismo, olvidar, no en balde desertó con Andrés mientras luchaban contra unos carlistas en plena desbandada. Las sombras que lleva dentro el propio Simón pretenderían, pues, ocultar, también en primera instancia, unos hechos muy dolorosos de los que tuve que salirse. En un más difícil todavía, la guerra había vuelto indistinguibles los uniformes pero no ya debido a una suerte de barro primigenio que reduciría a sus orígenes a los contendientes, como imaginó Barbusse, sino por culpa de los atropellos intercambiables y, por consiguiente, indignos y rechazables.

Una vez en Escarza, Simón se da cuenta, sin embargo, de que sus gentes no sólo han tendido una posible cortina de humo sobre los acontecimientos de la guerra sino que, en realidad, la están tendiendo sobre lo que rodeó al regreso de su amigo Andrés. Y lo sabe porque nadie quiere hablar del tema, todos lo evitan. Finalmente, el cura le contará que Andrés murió en unas circunstancias tan banales que mejor es no removerlas. Con ello, el cura no consigue sino acicatear la curiosidad de Simón. Tal vez porque se siente un poco Andrés, no en balde la niebla que Simón lleva dentro acaba por indiferenciar no sólo el presente y el pasado, los distintos hechos y lugares, sino incluso a las personas entre sí.
Y será esa pesquisa la que lleve, de rebote, a despejar la bruma que le habita y en la que lleva inmerso desde el final de la guerra. Buscando a Andrés, Simón se irá encontrando a sí mismo. Con una pega, conforme vaya descorriendo la doble cortina de humo se verá confrontado a la fuerza de todo un pueblo que sólo quiere que todo quede tapado a fin de tranquilizar su conciencia y evitar responsabilidades.

Eduardo Iriarte ha construido un relato espléndido sobre una base que parece puramente meteorológica. Al principio es la niebla. Una niebla que envuelve el pueblo de Escarza y también a Simón y al pastor Eugenio, un personaje ligado a la peripecia central que también se metió en la niebla para huir de la realidad y acogerse a la sombra protectora de sus deseos. Luego, la niebla se disipará con resultados trágicos. Entretanto y a lo largo del proceso irán apareciendo una serie de hitos sangrientos, una cadena hecha de elementos dispares que tienen que ver directamente con la realidad, por oposición al universo de la niebla y de las sombras, del ocultamiento.
El primer eslabón de la cadena lo constituye el cuerpecillo de la niña ensangrentada como consecuencia de un disparo durante una escaramuza de guerra. Le sigue un segundo hito, el de la gallina que degüella la cecina de Escarza con quien primero se entrevista Simón y que remite, por sus cualidades plásticas, a la niña ensangrentada. La cadena continúa con la paloma, a la que el pastor Eugenio arranca la cabeza, y con la perra a la que también mata el pastor para evitar, en ambos casos, que el cura, y con él el pueblo, hurguen en sus sombras. Unas sombras en las que también hay una oveja preñada que desaparece y un feto humano muerto.
Pero al mismo tiempo que esos hechos sangrientos sirven para mostrar la realidad que se oculta debajo de la sombra, sirven, al remontarlos a la secuencia cronológica real –no en la que se presenta al albur de la memoria--, para que Simón y Eugenio busquen una expiación por anticipado, ya sea a través de la niña ensangrentada, en el caso de Simón, ya a través del nasciturus —y de quien lo llevaba en su seno— por lo que se refiere a Eugenio. Destinos oscuros en un mundo oscuro cuidadosa y rigurosamente pintado por Eduardo Iriarte. Tragedia rural en una época y un medio no cabe más oscurantistas. No en vano se trata de la España de finales del XIX.
Elena Abaurrea Oroz
biTARTE
Revista de humanidades, abril de 2010

martes, 27 de abril de 2010

Entrevista en ORM


Una entrevista en ORM sobre
Las huellas erradas.

Reflexiones



Iriarte reflexiona sobre el sentimiento
de culpa en «Las huellas erradas»

El escritor navarro
Eduardo Iriarte reflexiona en
su última obra «Las huellas
erradas» (Algaida), con la
que obtuvo el III Premio Logroño
de Novela, sobre los
sentimientos de «miedo yculpa
»de la sociedada través de
los personajes de dos combatientes
del ejército carlista
que se refugian en los Pirineo
Navarro en 1876.
Iriarte señaló a Ep que la
obra, además, recoge «una
crónica cruenta de las guerras
carlistas a través de las
narraciones que se contaban
antes en los pueblos, es decir,
relatos en los que no se sabía
donde terminaba la historia
realy donde comenzaba laleyenda,
una zona crepuscular
en la que se mezcla lo real y
lo fantástico».
En este sentido, precisó que
la novela presenta «pinceladas
de novela gótica anglosajona,
pues conviven en el
mismoplano narrativo los espectros
y los personajes vivos,
buscando el punto intermedio
».
Con respectoalaelección de
pueblos navarros de los Pirineos,
el escritor afirmóque le
interesaba que fuera«unahistoria
oscura para ofrecer un
relato más evocador». Además,
dijo que su intención era
que «los personajes estuvieran
aislados», si bien, «la novela
trata temas actuales como
podrían ser la violencia
de género, la culpa y el miedo,
siendo estos últimos los
motores de la trama». Asimismo,
dijo que trasladando al
pasadoalos personajes «seeliminan
los ruidos de fondo de
la sociedad actual».
Iriarte confesóque, comohipótesis
de trabajo, se planteó
narrar la historia en Rusia
tras la II Guerra Mundial. Si
bien, reconoció que «la historia
hubiera sido la misma,
pues trata temas universales,
pero el desarrollo de la novela
reflejó que el ambiente alejaba
demasiado la trama»,
por lo que consideró que «la
novela ganaba intensidad si
la situaba en un paisaje más
cercano como eran los Pirineos
Navarros».
Contra la propia sangre
Además, apuntó que al factor
de proximidad hay que añadir
que «las guerras carlistas
forman parte de un conflicto
prolongado en el tiempo hasta
la Guerra Civil e impregna
la historia de este país».
Asimismo,manifestó que «le
interesaba el trasfondo históricode
la guerraentrehermanos
para reflejar el conflicto
de la sangre que se vuelve
contra la propia sangre y la
microhistoria, es decir, la vida
de los personajes anónimos
y no la vida de grandes
héroes».
ABC

Navarra mítica



NAVARRA MÍTICA
Simón y Andrés, dos desertores
del bando liberal rescatan a
una niña de un cruento saqueo
y huyen juntos. Un año después
Simón regresa a Escarza, el
pueblo de Andrés, para recuperar
su amistad, pero sólo descubre
su olvidada tumba. Le dicen
que mató a su novia y luego se
suicidó, pero Simón no da crédito
a esa tragedia y decide averiguar
lo que realmente ocurrió.
Es, en síntesis, el argumento de
Las huellas erradas, de Eduardo
Iriarte, Premio Logroño
2010.
«El carlismo parece hoy algo
lejano, trasnochado, pero todavía
existen sus consecuencias»,
comenta Iriarte, que lleva dos
décadas vinculado al mundo del
libro como traductor y editor.
«En todo caso, mi novela no es
una novela histórica al uso sino
un relato de misterio con carga
psicológica, retrata a personajes
anónimos que se ven envueltos
en complejas circunstancias
en un escenario que conozco
bien, la Navarra mítica en la
que se funden recuerdos de mi
infancia con algunos cuentos y
leyendas».
Iriarte reconoce que su labor
como traductor influye en su
manera «muy disciplinada de
escribir», acorde con su trabajo.
«El traductor es el lector más
escrupuloso, llevo veinte años
ahondando en textos ajenos y
eso ayuda a la hora de elaborar
tu propio estilo, algo en lo que
me gusta recrearme», comenta
Iriarte, que también tiene otra
novela en ciernes situada en
ambiente urbano y en época
contemporánea.
Guillermo Galván.
El Mundo

El triunfo del cuento


Impresionante perfil de la escritora anglo-india Jhumpa Lahiri en Babelia.
El inmenso talento literario de Jhumpa Lahiri (Londres, 1967) se basa en que es capaz de contar una y otra vez la misma historia, relatos de inmigrantes indios en la Costa Este de Estados Unidos, y que siempre sea diferente. La crítica la ha comparado con una miniaturista por su capacidad para describir con precisión un mundo pequeño mientras lo convierte en universal. Pero sus relatos son mucho más, se quedan flotando en la memoria durante horas, durante días porque, en el fondo, tocan los temas más importantes de la vida: el amor, la familia y la identidad.
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Estampas promocionales


Multitudinaria foto de los autores
en Sant Jordi antes de las firmas.


Con David Barbero.


"Encarcelado" en Bilbao.


Presentación de Las huellas erradas en Barcelona, con las autoridades.


Presentación de Las huellas erradas en Pamplona.



En el programa Forum, de ETB.

Un país mundano


No abundan las críticas tan rigurosas y acertadas como la que hace Eduardo Moga de Un país mundano, de John Ashbery, en la traducción de Daniel Aguirre.

John Ashbery (Rochester, Estados Unidos, 1927) es uno de los poetas extranjeros más influyentes en la poesía española actual, sobre todo en la poesía joven. Desde una ya remota primera versión de “Autorretrato en espejo convexo”, de Javier Marías, publicada en la revista Poesía en 1985, Ashbery ha conocido aptas traducciones de sus principales libros: la del propio Marías, las muy eruditas de Julián Jiménez Heffernan en DVD ediciones –también de Autorretrato en espejo convexo, y de Tres poemas– y las no menos solventes de Daniel Aguirre en Lumen, responsable ahora de Un país mundano, su último poemario.
(Leer más...)
http://www.letraslibres.com/index.php?art=14601

miércoles, 24 de marzo de 2010

Autor errante

«Sometido por una fuerza que ahora, al fin, reconocía infinitamente superior, Simón se dejó deslizar hacia el silencio absoluto en busca de lo inasible, dispuesto a descubrir la duración del abismo». El pasado 6 de octubre, José Manuel Caballero Bonald, presidente del jurado del III Premio Logroño de Novela, destacó en el acto de entrega «el estilo siempre evocador y sugerente de la prosa» de Eduardo Iriarte (Pamplona, 1968), autor de 'Las huellas erradas'. Un solo párrafo basta para comprobar hasta qué punto. En cambio, para comprobar además «el impecable sentido de la tensión narrativa» es necesario leer el libro completo.«Sometido por una fuerza que ahora, al fin, reconocía infinitamente superior, Simón se dejó deslizar hacia el silencio absoluto en busca de lo inasible, dispuesto a descubrir la duración del abismo». El pasado 6 de octubre, José Manuel Caballero Bonald, presidente del jurado del III Premio Logroño de Novela, destacó en el acto de entrega «el estilo siempre evocador y sugerente de la prosa» de Eduardo Iriarte (Pamplona, 1968), autor de 'Las huellas erradas'. Un solo párrafo basta para comprobar hasta qué punto. En cambio, para comprobar además «el impecable sentido de la tensión narrativa» es necesario leer el libro completo.

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http://www.larioja.com/v/20100323/cultura/escribo-para-sabria-ponerme-20100323.html

http://www.deia.com/2010/03/22/ocio-y-cultura/cultura/los-traductores-son-los-forenses-de-las-novelas-las-destripan-y-las-vuelven-a-armar

http://www.elcorreo.com/alava/v/20100323/rioja/historia-para-toda-vida-20100323.html

http://www.20minutos.es/noticia/657853/0/

http://www.lasprovincias.es/v/20100320/culturas/comunidad-20100320.html

sábado, 13 de marzo de 2010

Tras las huellas


Iriarte, tras las huellas erradas

Eduardo Iriarte presentó ayer en Barcelona a la prensa su novela Las huellas erradas, ganadora del Premio Logroño de novela, publicada por Algaida. Se trata de una narración ambientada en el final de las Guerras Carlistas que nos muestra cómo dos soldados desertan. Uno de ellos se ve envuelto en un cruento suceso: al llegar a su pueblo asesina a su novia y después se quita la vida. Pero su amigo no acaba de entender cómo pudo suceder y un año después, se traslada al lugar de los hechos (un pequeño pueblo navarro) para tratar de aclarar qué ocurrió. Por eso Iriarte hace hincapié en que no es una novela histórica sino una novela de intriga, tanto externa (hay que resolver el suceso) y como interna, porque la reflexión sobre la culpa es, en realidad, el motor de la novela. Iriarte es traductor (uno de los últimos libros que ha traducido ha sido En tierra desacostumbrada de Jhumpa Lahiri) y los traductores son de alguna manera los forenses de la literatura, los que abren los libros en canal y dan la vuelta a cada una de las palabras que encuentran dentro. Al preguntarle si eso le ha permitido hallar algún truco o patrón de escritura comenta que justamente lo que ha aprendido es “lo que no ha de escribir”, y que especialmente le preocupa no caer en la reiteración o en la descripción de lo que ya sabemos como es habitual en la novela histórica. Iriarte, nacido en Pamplona en 1968, lleva doce años afincado en Barcelona y con esta suma ya cuatro novelas y tres premios: anteriormente ganó el Premio Gabriel Sijé con Sombras lentas que caen (2005) y el premio Francisco Umbral con Más allá de la fragua (2007).
Qué Leer
Antonio Iturbe

viernes, 12 de marzo de 2010

Semblanzas




Iriarte explora en su última novela los sentimientos de culpa y el miedo
Convertido en una de las nuevas voces de la literatura española después de ganar el Premio Francisco Umbral por "Más allá de la fragua", el escritor navarro Eduardo Iriarte aborda la retirada del ejército carlista hacia los Pirineos en 1876 en su última novela, "Las huellas erradas", premio Logroño.
"Las huellas erradas" (Editorial Algaida) trata sobre la investigación que lleva a cabo un soldado liberal, finalizada la Tercera Guerra Carlista, sobre la suerte que corrió un compañero de armas que desertó con él un año antes.
En la presentación, Eduardo Iriarte (Pamplona, 1968) ha calificado su novela de "crónica cruenta" y ha revelado que el punto de arranque es "la deserción de dos soldados del ejército liberal, uno de los cuales vuelve a casa a su pueblo natal, y la primera noche muere su novia embarazada, otro habitante del pueblo y él mismo. Un año después regresa el otro soldado para averiguar qué pasó aquel día".
Este argumento, comenta Iriarte, le sirve para "analizar la culpa o el miedo, que son los que me mueven para escribir".
A pesar de su aspecto y de su ambientación, Iriarte asegura que "no es una novela histórica al uso, pues utiliza herramientas del siglo XXI y además es más fragmentaria, más elíptica que las obras del género y está alejada del estilo costumbrista y realista".
En su opinión, "hoy se hacen novelas históricas como si fueran novelas decimonónicas, con sesudas descripciones, que lastran la trama".
En el caso de "Las huellas erradas" intervienen elementos de la novela negra al haber un enigma, unos asesinatos que hay que resolver.
Iriarte destaca el factor de "la introspección psicológica" de su novela, que lleva a los personajes a "revisar una y otra vez lo que ha ocurrido ese día desde diferentes puntos de vista" y, al dar voz a distintos personajes y no a un único narrador, "el lector tiene que intervenir y construir su propio puzzle a partir de esos hechos".
También tiene "elementos de la novela gótica anglosajona de fantasmas, con sus espectros, que están en el mismo plano narrativo que los vivos".
En cuanto al estilo, el autor navarro, que vive actualmente en Barcelona, cree que se nota su trabajo habitual como traductor de poesía.
Aunque la historia de "Las huellas erradas" habría podido funcionar en cualquier época, Iriarte ubicó la trama en las guerras carlistas, porque quería "crear un microcosmos en el que estuvieran los personajes en un vacío, en el que pudieran reflexionar, y además con la guerra la moral se relaja y la gente actúa de forma muy visceral".
Eduardo Iriarte es editor y traductor de profesión, con más de ochenta novelas y ensayos traducidos al español de autores como Gore Vidal, Tom Wolfe, Kiran Desai o Somerset Maugham, entre muchos otros.
En 2002 publicó su primera novela, "Simulacros de vida", y al año siguiente quedó entre los finalistas al Premio Nacional por su traducción de la antología poética "Lo más importante es saber atravesar el fuego", de Charles Bukowski.
Su segunda novela, "Sombras lentas que caen", recibió el Premio Gabriel Sijé, y la tercera, "Más allá de la fragua", le valió el año pasado el premio de Novela Francisco Umbral.
Con esta novela, el autor navarro ha tratado de cerrar "un ciclo narrativo" sobre "la huida y la imposibilidad de volver a casa", una idea que ha estado presente en sus anteriores novelas pero con la que ha decidido romper para la próxima novela, en la que la que ya está trabajando.
© EFE 2010.

(Más artículos relacionados)


ABC
http://www.abc.es/agencias/noticia.asp?noticia=305923

Diardio de Navarra
http://www.noticiasdenavarra.com/2010/03/11/ocio-y-cultura/cultura/eduardo-iriarte-hace-de-las-huellas-erradas-una-cronica-cruenta-sobre-las-guerras-carlistas

Noticias
http://es.noticias.yahoo.com/9/20100311/ten-iriarte-explora-en-su-ultima-novela-bbad18b.html

ADN
http://www.adn.es/cultura/20100311/NWS-1764-Iriarte-sentimientos-explora-novela-ultima.html

lunes, 8 de marzo de 2010

Primera reseña



Reseña en El Correo de

Las huellas erradas

Gana Eduardo Iriarte (Pamplona, 1968) el Premio Logroño con novela rara, mágica, insólita y muy extranjera: 'Las huellas erradas' (Algaida). Editor, traductor, filólogo, lo que le sobra es mucho oficio, elegancia a raudales y ya algún premio en su haber que orla todo lo anterior: 'Más allá de la fragua' (Premio Francisco Umbral) o 'Sombras lentas que caen' (Premio Gabriel Sijé). Se ve deudor de la novela negra, de la poesia de Auden y Ashbery, de las novelas de Onetti, Conrad o McEwan; se aparta de la tradición, y hace novela histórica sin hacerla propiamente, y hace novela psicológica casi en la onda de Dostoievsky. Lleva muchos años en la traducción de autores anglosajones (Auden, Wolfe, Spender, Maugham...) y eso le ha dado una musculatura y toda una poética no patria: «Mi intención era llevar a cabo una suerte de maniobra envolvente para atrapar al lector en los primeros capítulos a fin de poder llevarlo posteriormente al terreno de los personajes de manera que vea y sienta lo que ellos ven y sienten». Caballero Bonald ha subrayado su estilo sugerente, evocador, su finura a la hora de plantear una incógnita, un misterio, y su prosa poderosa al tirar del hilo, trasciendo los géneros, un triángulo que va de la novela introspectiva a la psicológica o la histórica. Y todo en mitad de un contexto insólito, raro: la tercera guerra carlista en el pirineo navarro. Un motor o arranque del texto que el autor fija sin duda alguna: «Esta historia vino, como todas mis novelas, de una imagen. Vi a un soldado que volvía a casa del frente, pero que en vez de regresar alegre e ilusionado, llevaba el miedo en la mirada. A partir de ahí, empecé a preguntarme qué impulsaba a ese soldado a continuar su camino de regreso cuando todo parecía indicar que no le esperaba sino un destino funesto». Novela de averiguación; personajes de perfil sobre los que se va investigando, un maravilloso ir jugando con las cartas progresivamente boca arriba. Dos temas muy rusos, pura novela rusa, clásicos: la venganza y la culpa como verdaderos motores inmóviles o últimos de un fatal desenlace. Dos temas también muy españoles, especialmente nuestros: la huida y la imposibilidad de volver. Lo inesperado en mitad del este poderoso y feroz cuadrilátero.

Diego Medrano, El Correo http://www.elcomerciodigital.com/v/20100309/gente/eduardo-aute-20100309.html

martes, 2 de marzo de 2010

Tierra desacostumbrada


Designado Mejor Libro del Año 2008 por el periódico The New York Times, Tierra desacostumbrada fue objeto de un torrente de admiración por parte de la crítica estadounidense. Además, algo inaudito para una obra literaria, logró colocarse en el primer lugar de las listas de ventas y suma hasta la fecha más de 680 mil ejemplares vendidos en ese país. Se trata, sin duda, de un caso único en el panorama editorial reciente.
Quizás el secreto esté en que los relatos de Lahiri —que suelen girar en torno a las vivencias de las familias de ascendencia bengalí en Estados Unidos— no se detienen meramente en plasmar la experiencia de la inmigración, sino que retratan con gran fidelidad y sin cortapisas las vivencias y emociones que ocupan y preocupan a un amplio sector de la sociedad moderna. Son historias acerca de una variada galería de personajes caracterizados con singular delicadeza y simpatía: hermanos y hermanas, padres e hijos, maridos y mujeres, amigos y amantes que se ven obligados a afrontar momentos fundamentales en sus relaciones y navegar como pueden en aguas desconocidas, entre la inocencia y la experiencia, entre los dictados de la remota tradición familiar y la emancipación personal, entre el impulso de reinventarse a sí mismos y defi nir su identidad en un mundo fragmentado.
Así pues, no cabe duda de que estamos ante una verdadera muestra de gran literatura.
Tierra desacostumbrada, de Jhumpa Lahiri
Traducción de Eduardo Iriarte
Salamandra, 2010
(Leer más)
http://www.autorasenlasombra.com/obras.php?id=9255

lunes, 8 de febrero de 2010

El libro de los otros


El libro de los otros
Varios autores. Selección de Zadie Smith
Trad. Eduardo Iriarte. Salamandra. 256 pp., 16 e.

Veintiún autores anglosajones fueron invitados por Zadie Smith (Londres, 1975) a escribir un cuento en torno a un personaje para este volumen, ésa era la condición editorial. Otra adicional estipulaba el carácter altruista del esfuerzo; el proyecto “826 New York”, dedicado al desarrollo de las aptitudes creativas en la ciudad, sería el beneficiario.

Reseña en El Cultural de El Mundo sobre este estupendo libro, entre cuyos colaboradores cabe destacar a la escritora haitiana Edwidge Danticat.

Leer noticia completa:
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/26583/El_libro_de_los_otros

martes, 2 de febrero de 2010

Las huellas erradas


Las huellas erradas, a punto de llegar...

El jurado del Premio Logroño de Novela escogió como ganadora Las huellas erradas, de Eduardo Iriarte, "por su elegancia poética, combinada con un ritmo intenso que hace que no se pierda el interés a lo largo de sus páginas". El presidente del jurado, José Manuel Caballero Bonald, [...] ha recalcado que a lo largo de las páginas de Las huellas erradas se percibe que su autor "ha traducido a grandes poetas, mantiene un fraseo elegante, un estilo muy cuidado y describe momentos de una gran belleza plástica", motivos por los que ha justificado el premio.
El novelista madrileño Martín Casariego, ganador de la anterior edición de este premio ha incidido en que Iriarte "ha conseguido mantener el ritmo a lo largo de todo el libro y que nunca se pierda el interés". Sobre su experiencia personal cuando obtuvo este galardón ha afirmado que su ganador "va a comprobar que la novela va a estar bien editada", por Algaida, "va a ser bien distribuida y va a estar mucho tiempo en las librerías". Otro de los miembros del jurado, el vallisoletano Gustavo Martín Garzo, ha afirmado que la novela ganadora "tiene momentos desgarradores, dentro de un mundo sórdido como el de la guerra", y ha asegurado que, en su opinión, "estamos en un buen momento para la literatura, hay buenos escritores y libertad".


Enlaces relacionados con esta noticia:
Noticias de Navarra
http://www.noticiasdenavarra.com/2009/10/07/ocio-y-cultura/cultura/el-pamplones-eduardo-iriarte-gana-el-premio-logrono-de-novela
RTVE
http://www.rtve.es/mediateca/videos/20091007/informativo-telerioja-07-10-09/600971.shtml
Rioja2.com
http://www.rioja2.com/n-50399-705-Cronica_huella_errada
El Cultural de El Mundo
http://www.elcultural.es/noticias/LETRAS/505291/
Diario SigloXXI
http://www.diariosigloxxi.com/texto-ep/mostrar/20091006220524
Fundación Caja Rioja
http://www.cajarioja.es/fundacion/index.php?id=25
larioja.com
http://www.larioja.com/multimedia/fotos/local/44501-premio-logrono-novela-0.html
ciberanika.com
http://ciberanika.blogspot.com/2009/10/eduardo-iriarte-premio-logrono-de.html
Algaida Editores
http://blog.algaida.es/wp1/?p=244
ADN
http://www.adn.es/cultura/20091006/NWS-3435-III-Iriarte-Eduardo-Logrono-Novela.html
RiojaTV
http://www.lariojacom.tv/index.html#frontaleID=F_
RIOJA&sectionID=S_TVRIOJA&videoID=54355
Diario de Navarra
http://www.diariodenavarra.es/20091007/culturaysociedad/el-navarro-eduardo-iriarte-premio-logrono-novela.html?not=2009100702135744&idnot=2009100702135744&dia=20091007&
seccion=culturaysociedad&seccion2=navarra&chnl=40

lunes, 18 de enero de 2010

Narración de Arthur Gordon Pym

Tenía diez años cuando leí por primera vez La narración de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe. Lo recuerdo perfectamente porque lo hice durante las tristes fiestas de San Fermín de 1978, en las que Pamplona se convirtió en campo de batalla durante unos días. Supongo que, a esa edad, me asusté tanto que me volqué con intensidad redoblada en la lectura de aquella edición de bolsillo publicada por Alianza. Leí durante largas horas bajo la mirada preocupada de mi madre, que, de vez en cuando, me recordaba que debería estar jugando al aire libre. Leí en posturas inverosímiles, olvidándome de todo y de todos, especialmente de la inquietud y el temor que se adueñaba de la ciudad.
Mucho antes de lo que me hubiera gustado, alcancé el desenlace de la novela, que no es tal, pues queda interrumpida con la imagen de un barco que se adentra en la niebla, rumbo a un horror inconcebible. Y mi imaginación infantil se indignó tanto que, de inmediato, me obligó a empezar el libro de nuevo desde la primera página, pues sin duda debía de haberme perdido algo, tenía que haber pasado algo por alto: una historia tan intensa no podía concluir de aquella manera, no podía quedar suspendida y dejarme en vilo, sin posibilidad de conocer la suerte del protagonista. ¿Quién era ese tal Poe? ¿Cómo se atrevía a hacerme algo así?
A día de hoy sigo recordando el efecto que tuvo sobre mí aquel libro, pero ahora, además, entiendo cómo al sumirme en un horror imaginario me ayudó a capear el horror real que veía crecer a mi alrededor, incomprensible para un niño.
Publica ahora la editorial Zorro Rojo una edición de La narración de Arthur Gordon Pym, —en la misma traducción de Julio Cortázar y con ilustraciones de Luis Scafati—, y al verla en la mesa de novedades siento casi el mismo escalofrío que treinta años atrás. Y no sé si atreverme a iniciar la lectura desde la primera página, otra vez como la primera vez, rumbo a aquel mismo horror que era proyección de mis miedos infantiles.
No sé si atreverme. Pero me atrevo.
«Me llamo Arthur Gordon Pym. Mi padre…»

jueves, 14 de enero de 2010

El golfo de los poetas




La primera vez que leí El golfo de los poetas, cuando era solo manuscrito, me sobrevino un intenso sentimiento de envidia. Y no me refiero a la sana envidia del que reconoce un gran libro, sino a una envidia de carácter mezquino, lo que se conoce vulgarmente como «envidia cochina». He de confesar que casi me indignó que alguien hubiera conseguido una primera novela tan sólida, tan bien trabada, tan madura.
Luego fui averiguando que Fernando Clemot había escrito infinidad de relatos breves y ganado por ellos multitud de premios, y, por tanto, era un escritor hecho y derecho. Aunque eso no restara ni un ápice del mérito de la novela, me tranquilizó en cierta manera, y me permitió explicarme su inmensa capacidad para la introspección, su dominio a la hora de abordar de manera simultánea tramas distantes en el tiempo, su impresionante capacidad —su don, cabría decir— para la metáfora explosiva que atrapa al lector de una manera casi física, apelando a sus cinco sentidos a la vez.
No es habitual cruzarse con novelas así, desde luego, y mucho menos con novelas así que aún no se han publicado. Pero menos habitual es toparse con un personaje como Leo Carver, hilo conductor, alma y voz tras todas y cada una de las páginas de El golfo de los poetas. La intensidad, la fuerza que tiene este viejo escritor, sus dotes para explorar el pasado pero también para el autoengaño, para arrostrar la culpa y al mismo tiempo flagelarse, para llegar a lo más hondo del ser humano que es él y que también podría ser cualquiera de nosotros, remiten a nombres que han dejado las páginas de los libros para convertirse en iconos: el Ferdinand Bardamu de Viaje al fin de la noche, Ricardo Reis, el Meursault de Camus.
Leo Carver es uno de esos personajes que dejan poso; que, una vez terminada la novela, se quedan con el lector y le permiten ver el mundo de una manera distinta, y por ello más rica. Y quizá sea Leo Carver, el mayor acierto de El golfo de los poetas, lo que supone su único —ínfimo— inconveniente. Y es que un personaje así no puede desaparecer de la mente del autor, y me atrevería a pronosticar que volverá para rondar a Fernando Clemot en ficciones venideras, tal vez bajo otro nombre y de otra guisa, pero igual en su obsesiva revisitación del pasado y de lo que el recuerdo hace de nosotros y hace con nosotros.
Fernando Clemot. Leo Carver. Dos nombres que sin duda resonarán en nuestros oídos durante mucho tiempo, tanto como alcancemos a recordar aquellos libros que —superada la envidia mezquina— nos marcaron y dejaron huella en nuestra manera de afrontar la realidad, algo que está reservado únicamente a los grandes.